Única artista que repite desde Panorama 10, Miren Doiz aprovecha esta circunstancia para reflexionar sobre su propia trayectoria en un viaje ascendente por las salas de la Casa del Almirante. En aquella ocasión, Miren intervino pictóricamente el propio edificio, convirtiendo al lugar de exposición en propia obra artística. Están ya presentes en estas manifestaciones anteriores su vocación de superar lo pictórico sin abandonar lo pictórico, desbordando los límites tradicionales del medio a través de una proyección metanarrativa.
Pintura que habla sobre pintura, esto supone superar la noción de cuadro como formato, expandiendo la obra en soportes como pared y suelos. Para proceder de esta forma, Miren evita concederse caprichos característicos del artista en su versión más romántica.
Algunos de los temas que aparecen son el uso de materiales industriales que limitan la paleta, la combinación de texturas que, entre lo pulido y lo erosivo, contrastan una chocante intuición sinestésica, el rescate de materiales reciclados, la indiferencia entre lo pictórico y lo escultórico conforme la obra se expande hacia lo abiertamente objetual, o la rotura como tema y el rescate del fragmento como integridad insospechada.
A través de todo ello, el itinerario artístico de Miren Doiz compone un camino personal de búsqueda artística hacia el afuera de la pintura, para reencontrarse con el color, las formas y la materia en su impresión más originalmente existencial de forma renovada.
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