«Entre luces» Carlos Cánovas

«Al igual que Rafael Moneo, yo también celebro poder ver el mundo con ojos de fotógrafo, ya que eso me permite mirar las cosas con atenta curiosidad. Hay una coincidencia, que quiero expresar respetuosamente, entre el arquitecto y el fotógrafo. Compartimos, en cierto modo, una forma de estar en el mundo.» Carlos Cánovas.

Con la serie fotográfica ‘Entre Luces’ de Carlos Cánovas, nos mostro el cuidadoso trabajo de este artista afincado en Navarra. En particular, esta serie está dedicada a retratar diferentes obras del destacado arquitecto Rafael Moneo.

Cánovas, que se dedica a la fotografía profesional desde los años 80, lo compagina también como profesor de fotografía de la Universidad Pública de Navarra, además de haber realizado numerosas exposiciones, editoriales y crítica fotográfica.

Un paseo por distintas obras del arquitecto; desde el Auditorio de Barcelona al Museo de Arte Romano de Mérida, pasando por la estación de Atocha de Madrid. Todo un homenaje a la obra de Rafael Moneo, que no precisa del color para despertar pasiones.

A través de una docena de instantáneas en blanco y negro, ‘Entre Luces’ de Carlos Cánovas se convirtió en un homenaje a la sencillez y buen hacer de Moneo.

En estas fotografías se puede apreciar cómo la arquitectura de Rafael Moneo destaca gracias a la luz. Como bien indica el propio nombre de la serie, los espacios interiores se ven potenciados por una mezcla de luz trascendental, entre natural y artificial, que potencia la geometría del lugar retratado y genera una perspectiva al usuario, trasladándote al propio espacio.

Lo mismo ocurre en el caso de la luz exterior. Sin embargo, aquí la luz tiene una fuerza distinta ayudada por las diferentes materialidades de los edificios expuestos. El uso del blanco y negro en estas fotografías acrecienta las zonas iluminadas y en sombra, potenciando las obras arquitectónicas.

En definitiva, ‘Entre Luces’ de Carlos Cánovas, es toda una experiencia que fue capaz de convertir escenas cotidianas en obras de arte. La arquitectura queda enmarcada en un limbo de luces y sombras, potenciando sus cualidades formales sin necesidad de fijarse más allá de ellas.

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